Ayuntamiento de Säynätsalo (foto: arquiscopio.com) |
La arquitectura de Alvar Aalto (1898-1976) es a la vez inagotable y cotidiana: edificios para usar a diario.
El finlandés escapó de la frialdad, las aristas y el orden cartesiano
que imponía la modernidad para inaugurar otra vanguardia que tenía como
referencia las formas de los lagos, los troncos de los árboles y la
perfecta imperfección de lo natural: lo real. Por eso, 40 años después
de su muerte, sigue siendo un arquitecto por redescubrir. Sus obras son
un pozo sin fondo que demuestra que la mejor arquitectura habla siempre
en presente y comparte el idioma universal de todas las tradiciones.
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