lunes, 6 de agosto de 2012

LA CIUDAD AUTOSUFICIENTE, ¿UTOPÍA O REALIDAD?. ARTÍCULO DE MANUEL PIMENTEL

A continuación exponemos un artículo de opinión de Manuel Pimentel acerca del libro La Ciudad Autosuficiente. Habitar en la sociedad de la información de Vicente Guallart.

Manuel Pimentel Siles es Licenciado en Derecho y Diplomado en Alta Dirección de Empresas. Fue Diputado en el Parlamento Andaluz, Secretario de Estado y Ministro de Trabajo y Asuntos Sociales.



Finalizo la lectura del sorprendente libro La ciudad autosuficiente (RBA editores) de Vicente Guallart. De manera atractiva y directa, el autor consigue hacer participar al lector del nuevo concepto de ciudad que podría ir naciendo a raíz de la trascendental revolución tecnológica que sacude los cimientos de nuestra manera de vivir en el mundo de hoy. El autor afirma categórico que Internet ha cambiado nuestras vidas, pero no ha cambiado nuestras ciudades. Tras el Internet de los negocios y el Internet social emergerá el Internet de las cosas y, por extensión, el Internet de las ciudades. Y este cambio no sólo significará interconexión de personas y sistemas, sino una nueva forma de diseñar y, sobre todo, de vivir en las ciudades.La historia no se detiene. En nuestra actual postración económica no alcanzamos a ver a qué podremos dedicarnos nosotros y nuestros hijos. Quizás, tengamos alguna de la posibles soluciones delante de nuestras propias narices y no sepamos verla, tan ocupados como estamos en sepelios y entierros de nuestros viejos paradigmas. Y cuando mucho muere, es que mucho está por nacer. Por eso, la humanidad encontrará nuevos retos y demandas que satisfacer y uno de los más importantes será la revolución de nuestras ciudades. Así, el nuevo urbanismo se impregnará de las nuevas tendencias y oportunidades para generar un modelo de ciudad con barrios productivos a baja velocidad, dentro de una ciudad a alta velocidad, hiperconectada y de cero emisiones. ¿Qué qué significa todo esto? Pues Guallart lo explica a las mil maravillas en su libro, y yo sólo me limitaré a extraer algunas de sus ideas para ilustrar las novedosas tendencias que propone y que, al menos, nos hacen reflexionar.

La ciudad debe ser también una unidad productiva. Internet lo favorecerá. No tiene sentido ni económico, ni ecológico ni energético mover toneladas de mercancías de una extremo del planeta a otro, cuando se puede mover sin costo cantidades ingentes de información y conocimiento que podría facilitar la producción de muchísimos consumibles de manera local. La idea es conseguir una ciudad lo más autosuficiente posible, lo que supondría producción energética propia – basada en energía renovables y generadores de biomasa por barrios -, y producción y centros de trabajo distribuidos dentro de la ciudad. Incluso producción de alimentos en cultivos verticales, huertos familiares, cubiertas verdes, jardines de frutales. Para ello, hay que abandonar el actual modelo de ciudad dormitorio por un lado, enormes edificios administrativos y financieros por otro, grandes centros comerciales aislados y extensos polígonos industriales que sólo tienen vida durante unas pocas horas al día, quedando desiertos, en una soledad fantasmal durante la noche. La ciudad no puede impermeabilizarse del campo y de la agricultura, tampoco de la actividad productiva en general. El urbanismo del siglo XX transformó el suelo agrícola en urbano, mientras que el reto del urbanismo del siglo XXI será el de regenerar las ciudades hasta convertirlas en autosuficientes. Para ello propone una redefinición del urbanismo para que centros comerciales y productivos convivan en el seno de barrios residenciales. Así, un alto porcentaje de la población de las ciudades no tendrían que trasladarse a puntos alejados, con la consiguiente pérdida de tiempo, consumo energético y sobresaturación de costosas infraestructuras de transporte. Tras el trabajador-consumidor del siglo XX emergería el emprendedor-productor del siglo XXI. Algo así podría estar surgiendo con el retorno espontáneo a los oficios tradicionales que ya comentamos en un artículo anterior. La idea de barrios autosuficientes, con distancias que puedan recorrerse a pie en un tiempo máximo de treinta minutos, es una de los ingredientes básicos de las llamada slow cities, dentro de un concepto más general que toma fuerza en las nuevas ideas encarnadas bajo la aspiración de smart cities. Muchas slow cities, dentro de una smart city, les gusta repetir a sus impulsores. El modelo centralizado de gestión de recursos de la era industrial evoluciona hacia el modelo distribuido de la sociedad de la información y la sociedad en red permite construir simultáneamente un sistema de alta velocidad global y una baja velocidad local.

Los servicios energéticos, de depuración de aguas, reutilización de residuos, deberán gestionarse desde la cercanía. Un nuevo concepto también para las empresas promotoras: frente al modelo de construir barato, vender caro e irse, los nuevos promotores tenderán a construir bien, vender o alquilar a un precio justo y quedarse para gestionar los suministros de servicios de por vida.
El nuevo concepto de ciudad también tendrá repercusiones políticas. La ciudad autosuficiente en red cambia la escala de la gobernanza en el mundo y nos acerca a un modelo de ciudades estado. Ciudades y regiones autónomas conectadas en red, que tienen órganos de gobierno a escala continental, como la Unión Europea.

El libro abre la mente a nuevas e insospechadas posibilidades, por lo que es sumamente recomendable en estos tiempos de postración, en cuanto que supone un verdadero estímulo intelectual y una reflexión constructiva sobre todo una ciudad nueva por construir sobre la actual. La ciudad autosuficiente es hoy una utopía que quizás, con nuestro esfuerzo e inteligencia, pronto sea una realidad. La humanidad habrá conseguido dar un gran salto con ello.

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